Una noche cualquiera...

Era la noche de verano de Un Viernes 6 de Agosto del 2022. Había tenido un día normal en la facultad, y una terminado había salido disparado a mi casa para comenzar los planes de inicio de fin de semana. Me había sentado en la computadora y había chateado con unos amigos. Luego tomé el auto y salí a mi piso. Mi piso era un no muy grande, tenía tres ambientes, que consistían en la habitación, el living y el comedor cocina. Por supuesto tenía un baño mediano y un balcón que tenía un pequeño techo en donde tenía el lavaropas. No era un lujo... pero para un soltero era el paraíso. Tenía cajas desparramadas por varios lugares debido a que me estaba mudando acá y me faltaba distribuir cosas. Hoy había traído bastante ropa.

En un rincón de mi habitación estaba mi mas nueva adquisición: El Nerve Gear, con el cual entraría a testear la beta de un juego muy revolucionario en poco tiempo. Pero ahora no le dí importancia. Me bañé y mandé un mensaje a un amigo que quería salir junto con su novia. Yo le había dicho que sí, pero me resultaba un plomazo tener que bancarme a él y a su pareja durante toda la noche, por lo que le dije que en me iría luego para continuar de fiesta en otro lado con mis amigos de la facultad.

Al rato de hacer nada, mas precisamente a las 12 y algos, estaba estacionando el auto en la esquina de uno de mis bares favoritos. Dentro pasaban música vieja y estaba repleto de gente de mi edad... era un bar universitario, por éso me agradaba. Mi amigo era conocido de la infancia, ya que su madre y la mía había sido amigas desde muy pequeñas... y por una de esas cosas del destino se había venido a vivir antes a Argentina. Su nombre era John, pero acá le decían Juan y estaba con su novia y una chica más en la barra. Me acerqué a saludarlos con una sonrisa. Bestía una campera liviana de cuerina y una camisa además de mis típicos jeans.

Saludé a mis amigos y me sorprendí mirando intensamente a una chica por lo más extravagante (suponía que era la amiga de la novia de John). Era bellísima y tenía un aspecto aún más impresionante. La saludé con un beso en la mejilla. "Buenas muchachos... quien es la dama!?" pregunté de verdad sorprendido por la extrabagante belleza que tenía en frente mío.

Los vuelos intercontinentales pueden ser un completo y absoluto latazo si te tocan pasajeros aficionados a tocar una y otra vez el maldito botoncito de asistencia en vuelo. Tocamos tierra a esos de las de la mañana del 6 de Agosto, tenía las piernas cargadas y doloridas, y aún así, debía seguir sonriendo en la salida del avión hasta que saliera hasta el último de los pasajeros. Tras recogerlo todo, los miembros de la tripulación nos dirigimos a nuestros respectivos alojamientos para quitarnos el uniforme y echarnos una buena siesta. Yo, disponía de un piso relativamente grande que mi padre había insistido en comprarme, y es que, competía con mi madre por ver quien me hacía el regalo que más me complaciera para ganarse mi cariño con preferencia. Eran como niños, a pesar de que hubiesen pasado un montón de años desde su separación, seguían llevándose mal.

Abrí la puerta y al momento percibí un leve olor, a productos de limpieza. El primero en entrar fue Nox, mi labrador negro, al cual me había traído porque pasaría una relativamente larga temporada en Argentina hasta que saliera mi vuelo de nuevo. La decoración era más bien minimalista y de diseño. Claramente habían contratado a un buen diseñador para ocuparse de la decoración, aunque no encajase mucho en mis gustos, podía admitir que era agradable a la vista y sin excesos. Sin embargo, se notaba que era una vivienda poco habitada. Los muebles estaban prácticamente sin usar, casi parecían un escaparate. Dejé la maleta en el salón, me desvestí en el cuarto y dejé toda la ropa apilada en un sillón. Me metí en la ducha y en ropa interior me metí en la cama tras haber dado agua y comida a Nox.

Me despertó a eso de las siete de la tarde la melodía de mi móvil, última tecnología, como siempre. Me llamaron dos veces, y a la última conseguí cogerlo adormilada. Al principio, la voz chillona y entusiasmada de mi amiga me resultó muy molesta, pero que me despertaran tan abruptamente siempre me resultaba molesto, fuera quien fuese. Al final me convenció de salir un rato por la noche, aunque yo solo pretendía salir para despejarme y volver a la cama no demasiado tarde.

Abrí la maleta y cogí lo primero que había aguantado sin arrugarse demasiado. Una camiseta de tirantes negra que tenía una par de manos de esqueleto dibujadas directamente sobre los los pechos, como si un esqueleto te abrazase por detrás y te las sujetase. También cogí unos pantalones vaqueros simples, no excesivamente ajustados, no me gusta la ropa que me oprime, zapatos rojos sin mucho tacón y encima la chaqueta de cuero negro entallada que era como mi segunda piel.

Me sorprendí al ver que mi querida amiga se había traído a su novio. Maravilloso, que podía ser mejor que hacer de sujetavelas. Entonces apareció un amigo del novio, o eso imaginé. Ya le había echado el ojo al verlo entrar en el local. Era bastante atractivo, de facciones agradables y armoniosas. Cuando mencionó como se llamaba la dama, enarqué una ceja en un gesto irónico y jocoso.

-No se, tendrás que preguntarle a una cuando la veas- esbocé una sonrisa entre divertida y maliciosa- Me llamo Skadi...¿Y tú eres...?

Mi acento era un tanto curioso, sabía tantos idiomas y los usaba tan a menudo que lo mio era una mezcla rara. Sabía castellano, pero a veces no encontraba las palabras que quería para expresarme, hablaría en ingles, pero tenía que practicar.

La chica bestia muy similar a mí. Chaqueta negra de cuero ceñida, y jeans, pero de verdad me llamó la atención su remera con manos de esqueleto... era un detalle simpático... y llamativo. Sonreí animado ante la frase de la mujer, la cual era una respuesta bastante obvia a mi frase retórica, pero fue una buena manera de romper el hielo. Ella se llamaba Skadi y tenía una muy linda sonrisa. Tenía un acento extraño, y la primera frase había sido en español, pero por su forma de hablar adivinaba que era de origen sajón, por lo que me dispuse a hablar en inglés, con mi acento de mi Inglaterra natal.

"Hola Skadi... soy Henry y supongo que, como yo, no eres oriunda de por aquí verdad?" dije con una sonrisa bromeando ante la obviedad. Por supuesto John y su novia hacían la de ellos, jugando al billar... la verdad que me apetecía mucho más la perspectiva de quedarme a hablar con la joven... de repente la noche se proyectaba mucho mejor que hacía unos... 10 minutos?. Me acerqué a la barra, apoyándome en ella junto a Skadi y pedí al barman que sirviera lo que ella quisiera y que a mí me sirviera una cerveza... quería empezar tranquilo la noche. Me giré levemente para mirarla a los ojos con una media sonrisa. "Así que... eres amiga de la novia de John? de donde la conoces?" pregunté mientras le daba vagos sorbos a mi cerveza mientras escuchaba la música de fondo. "Skadi... es un nombre escandinavo no? no es para nada común por éstos lados juntar a tres sajones en el mismo bar..." aseguré con una risa mientras brindaba con ella por el extraño suceso. John, ella y yo eramos de nombres y nacionalidades anglosajonas al parecer... cosa muy difícil en éste país.

De repente me dió calor, así que me quité la chaqueta y la dejé en el asiento, quedándome en musculosa negra, la cual llevaba debajo de la camisa, la cual también me quité debido al calor del lugar. Dejé todo al cuidado de un locker, sugiriéndole a Skadi que hicera lo mismo y volví dispuesto a seguir charlando, pero de repente sonó un tema que a mí me gustaba mucho y todo el mundo se puso a bailarlo... era extraño que se pasara rock para bailar acá, pero éso era lo que tenía de bueno éste bar.

Miré con picardía y los ojos entrecerrados a la chica y terminé la cerveza para invitarla a bailar tendiéndole la mano y mezclarnos entre la multitud. El tema era un remix, pero no dejaba de ser genial.

Spoiler:

Enarqué ligeramente una ceja cuando se puso a hablarme en ingles. Al parecer había deducido mi origen de forma bastante acertada, y el dejaba patente con su propio acento que era de Inglanterra, o de por ahí. Por no mencionar que su nombre también delataba un poco su origen. Me eché mis largos cabellos niveos hacia atrás y me apoyé en la barra.

-!Vaya! ¿En que lo has notado?- comenté en tono burlón e irónico cuando hizo alusión a las señales que delataban mi origen.- Soy canadiense. Y por tu acento tú pareces ser Ingles ¿no?.

Me alegró comprobar que no iba a quedarme de sujetavelas, y me alegró aún más comprobar que me resultaba bastante agradable. Además, el hecho de que los dos hablásemos nuestras lenguas maternas favorecía un ambiente más cómodo, en confianza y desenfadado. Pedí lo mismo que él, no quería empezar con alcohol duro y que se me subiera rápido, que luego acababa achispandome demasiado y volvía demasiado elocuente para mi gusto.

-En un sesión informativa para futuras aspirantes a azafata- comenté con naturalidad, y fruncí ligeramente el ceño al acordarme- No paraba de hacer preguntas, y al final de la sesión se pego a mi como una lapa, con otro chorro infinito de preguntas...Pero al final resultó ser simpática y como de vez en cuando vuelo hasta aquí y suelo quedarme mínimo dos semanas hasta que sale de nuevo mi avión...-en encogí de hombres un momento- Nos hicimos amigas.- esbocé una media sonrisa y bebí.

Era como mínimo curioso ver a un ingles por ahí, pero tampoco me lo cuestioné demasiado, era aún más raro ver a alguien de mis rasgos y con un nombre así, desde luego no era alguien típico para bien o para mal. Estudié atentamente a mi interlocutor, los ingleses no solían gustarme físicamente, pero como en todas partes siempre hay excepciones, él era una de ellas. Lo miré de abajo arriba sin ningún pudor, y lo mejor que estaba resultando ser simpático, así que a parte de buenas vistas podía charlar tranquilamente sin querer huir. Que bien pintaba la noche.

-Es el nombre de una diosa de la mitología nórdica. La diosa del invierno y de la caza.-aclaré. Mi padre me lo había puesto por mi pelo blanco y mi piel clara, que desde luego no eran muy comunes. Lo de diosa de la caza era un plus- Mi padre lo consideró adecuado dado que tengo cierto rasgos no muy comunes.-comenté sin darle importancia. Realmente me daba lo mismo tener el pelo de ese u otro color.

Alcé una ceja cuando vi que se quitaba la chaqueta. La ropa ocultaba muchas cosas interesantes por lo visto, por lo que finalmente volvió a escalar puestos en la escala de atractivo físico. Por un momento lo interpreté como una provocación, pero acababa de conocerme hacia cinco minutos escasos asi que lo catalogué dentro de mi colección de apreciaciones precipitadas. me quité la chaqueta también, y al momento estuve más cómoda, no me había dado cuenta de que hacía calor hasta que me quité la prenda. Tiré de la camiseta hacia abajo para que no se me remangara ni se me quedara demasiado pegada a las curvas y le miré desconcertada cuando me ofreció bailar. Acepté, aunque avisé de que no sabía hacerlo demasiado bien.

Paseé mis ojos por los otros bailarines, hasta que detecté a unos cuantos que parecían saber lo que hacían. Mezclando lo que sabía con lo que veía me salió algo aceptable, y dí gracias a que la música era conocida o hubiese estado completamente perdida. El baile empezó a acalorarme, sonreía y me reía de vez en cuando y como la gente cada vez se agolpaba más en la pista cada vez estábamos mas cerca el uno del otro. Hacia el final del tema le guiñé un ojo de forma más sugerente y atrayente de lo que realmente me había planteado, pero tampoco es que me arrepintiese de lo hecho. Al final me reí alegremente y me puse de puntillas para soplarle suavmente en el rostro, y no me pasó desapercibido que estábamos bastante cerca el uno del otro, pero eso era inevitable.

-¡Parece que tienes calor!- dijo con las mejillas ligeramente coloradas por el ejercicio físico y me aparté el cabello del cuello para refrescarme un poco.

Le cogí de la mano para que me siguiera fuera de la pista y una vez fuera el aire volvió a correr. Le solté y volví a acercarme a la barra.

-Uf, al fin un poco de aire- dije y me volví hacia él- No se te da mal esto- comenté refiriéndome al baile- Espero haber estado un poco a la altura- cogí aire- Espero no te moleste la pregunta pero ¿que haces tan lejos de tú país? Argentina no es el sitio habitual en el que se instalan los ingleses. Aunque claro...-añadí con desparpajo y le miré sin sutileza alguna- tampoco suelen ser tan atractivos, así que todo es posible.- sonreí abiertamente ante mi comentario.

Cuando aceptó salir a bailar conmigo snetí que había sumado un punto de forma instantánea. Su historia parecía muy interesante, aunque hubieramos hablado muy poco de ella y de mí. Era un muy bello nombre, y de paso me enseñó sobre mitología escandinava. Parecía que era azafata, por el lugar en donde había conocido a la novia de John. Quitando de mi mente dichos pensamientos, me dispuse a bailar con ella un buen rato, divirtiéndome con las vueltas y los gestos. Me dí cuenta que a medida que se amontonaba gente, nos poníamos mas cercanos uno del otro, y mas me dí cuenta de su guiño, el cual me pareció encantador. Le sonreí cuando sopló sobre mi rostro y, antes que pudiera contestarle, estábamos retirandonos de la pista, nuestras manos entrelazadas.

LLegamos a la barra y ella soltó mi mano. Le sonreí y volví a llamar al barman "Que quieres tomar?" le pregunté mientras le pedía al hombre un cuba libre y lo que ella quisiera tomar. Luego la miré a los ojos sonriendole y me dispuse a responderle. "Bailo como puedo, y estuviste genial..." aseguré mientras miraba su sugerente figura con descaro. No estaba seguro pero creía que podía probar mi suerte con ella... Me puse un poco mas serio, pero no triste ante su pregunta. No me dolía que me preguntaran éso, pero no era algo para hablar de forma amena "Mi madre y yo nos mudamos aquí cuando mi padre murió. Toda mi familia materna se mudó a Argentina cuando Alemania bombardeó Londres y les destruyó la casa... por suerte mi abuelo tenía sólidos ahorros y pudo instalarse bastante bien en un país como éste cuya moneda está tan devaluada..." aseguré, riendome de la última frase... después hizo su comentario adulador y la miré sorprendido y me acerqué a su rostro sonriendo mientras hacía girar mi vaso. "No puedo decir lo mismo de las escandinavas ya que nunca conocí a ninguna... aunque me estás dando una muy buena primera impresión...." aseguré acariciándole el rostro con mis susurros. Miré a John y a su novia que jugaban al billar con otra pareja ahora. No podía agradecer más a mi amigo por ésto... estaba seguro que lo había planeado. La miré con ojos entrecerrados y respiración acelerada. No sabía si era el calor, el alcohol o la cercanía de ella, pero estaba agitado. probablemente era un rejunte de cosas. Por fín, me decidí "Quieres salir o prefieres seguir juntando calor aquí...?" pregunté mientras señalaba a nuestros conocidos que estaban haciendo su vida. Puse mi mano sobre su espalda, acariciándole los lumbares, mi rostro peligrosamente cerca de ella "Te puedo mostrar la ciudad si quieres..." aseguré en un susurro insitante.

Aquella vez pasé directamente y pedí ron a palo seco. Tenía la mente aún algo perezosa y el ejercicio físico me había alterado y desorientado un poco. El alcohol normalmente me hacia el favor de espabilarme y devolverme cierta claridad, aunque no era amiga emborracharme y sabía controlarme. Es más, solo me había pillado una buena una vez en mi vida...y nunca más. Cuando dejé el vaso vacío sobre la barra ya había terminado de contarme las circunstancias e su presencia en Argentina. Desde luego mucha gente había emigrado a Argentina tras y durante la segunda guerra mundial. Mi familia había pasado por algo similar, pero al ser bastante ricos habían regresado a su país de origen. Y esto solo podía aplicarse a mi familia paterna.

Enarqué una ceja cuando acerco su rostro al mio. Si, en ese momento si estaba intentando provocarme, eso estaba claro. Esbocé una media sonrisa divertida, pues no iba a resultar tan sencillo ligar conmigo. Me pregunté si mi amiga me había arrastrado hasta allí con el objetivo de emparejarme con aquel chico, no es que me molestase, a fin de cuentas era guapo y me había caído bien, pero esa actitud suya de tejer un puñado de planes sin consultarme me irritaba.

-Canadiense, encanto. Soy canadiense-comenté esbozando una sonrisa entre traviesa y maliciosa- De escandinava tengo solo el nombre y una fracción de mis genes.

Le corregí con todo el morro y de forma totalmente despreocupada. Después, cuando señaló a nuestros respectivos amigos y me propuso salir fuera, le mire de soslayo. Sentí su mano en mi espalda, y me estremecí ligeramente, y su siguiente proposición de enseñarme la ciudad me pareció aún mas insinuante que todo lo anterior. Por no mencionar que su rostro estaba muy muy cerca del mio, hasta podía sentir el cosquilleo de su aliento en mi piel. Le puse un dedo sobre los labios y me acerqué a ellos.

-Salgamos, no me interesa estar de sujetavelas de nadie. Además, este encuentro no ha sido una coincidencia...¿verdad que no?.- retiré lentamente el dedo, y me acerqué hasta que nuestros labios se rozaron y mi aliento toco su piel, como si fuera a besarlo.

Al final sonreí y me aparté de él con una expresión pícara y los enmascarados por un brillo travieso. Me dirigí a por mi chaqueta y esperé que él hiciera lo mismo. Una vez al fresco de la calle, metí las manos en los bolsillos traseros del pantalón y le dediqué una sonrisa sutil en la que se adivinaba cierto matiz sugerente.

-Bien...¿adónde me vas a llevar?- y al ampliarse mi sonrisa los otros se entrecerraron en una expresión inquisitiva y juguetona.

Su corrección resultó ser encantadora.... era espectacular la forma en la que gesticulaba y se desenvolvía socialmente. Me miró de soslayo cuando le propuse salir del bar y puso un dedo en mis labios para mirarme con gesto pícaro y provocador pero aceptando mi invitación. Le sonreí y lo siguiente me hizo sumar muchos puntos. Rozó mis labios con los de ella en un toque casi efímero, pero que estaba completamente seguro que había sido apropósito. Se retiró a buscar su chaqueta y yo me quedé unos segundo petrificado,respirando todavía su escencia. Suspiré largamente y pagué los tragos y saludé a John con una mirada cómplice que mi amigo reconoció y asintió. Me coloqué mi chaqueta y le abrí la puerta, saliendo ambos al frío de la calle.

Era una preciosa noche despejada, y era joven que era lo mejor. La miré mientras le indicaba donde tenía el auto y mientras le abría la puerta le sonreí ante su pregunta. "Pues.... que tan bien se te dan los bolos?" pregunte sin más. A mí me fascinaban y era un buen lugar para dar una primera impresión. Me senté a su lado y arranqué el vehículo y la llevé a dar una vuelta en la ciudad, mostrándole plazas, monumentos y edificios importantes, antes de ir directo a los bolos. El lugar era bastante nuevo, por lo que permanecía lujoso y bien mantenido. Caminé junto a ella y compré fichas para jugar en las largas pistas... Siempre había asientos y mesas muy cómodos en frente de las pistas, por lo que dejé mi campera allí y se me ocurrió una idea. "Quieres helado? me estaba por ir a comprar un cuarto kilo...?" pregunté no muy seguro debido a la temperatura de afuera, pero a mi el helado me venía bien en todo momento.

Fui a hacer las compras y, cuando volví me senté a mirarla tirar, ya que había dejado que ella comenzara. De hecho la observaba de arriba a abajo cuanto tomaba la pose de lanzamiento. Debía admitir que estaba muy... emm shockeado por la chica. En mi país se llamaba "crush" a la fuerte atracción. Me sonreí mientras la alentaba a seguir.

La fresca risa de la noche no me hubiese molestado ni aunque no hubiera llevado chaqueta. Estaba acostumbrada al frio, aunque que aquello solo fuera realmente un poco de fresco y no frío propiamente ficho. Una vez cómodamente sentado en el asiento del copiloto debo decir que pasé más tiempo estudiandole de reojo, era extrañamente agradable estar en su compañía, más allá de su atractivo físico y esa especie de aura magnética suave pero clara que le envolvía. Como un dulce aroma. Me propuso ir a la bolera y el plan me entusiasmo al instante.

- no te recomiendo retarme...resulta que no se me daba nada mal.- sonreí de forma desafiante- Luego no ye quejes si te gano.- mi sonrisa se amplió y le guiñé un ojo. Mi tono había sido más bien jocoso, como intención de bromear

No me estaba marcando un farol, realmente tenía cierta habilidad en esa clase de juegos, pues antes de empezar a trabajar de azafata, iba bastante a la bolera y otros lugares con mis amigos. Como el cine, también me gustaba mucho.., y los espectáculos de magia, esos por encima de todo lo demás. El lugar era de construcción reciente. Y el ambiente me era bastante grato, no tenía nada en contra de los sitios más cascados por el uso, pero lo nuevo me seducía a veces de forma especial, como un nuevo portátil mejorado con la tecnología más puntera. Casi ni me detuve a sentarme, enseguida me quité la chaqueta y empecé a seleccionar el tipo de bola que usaría, levantándola y comprobando su peso. Entonces mencionó una de mis palabras mágicas favoritas.

-De dulce de leche- dije al instante ilusionada, pero rápidamente me replegué- O del sabor que prefieras, me gusta casi todo así que me da un poco igual- dije por si acaso a el no le gustaba lo mismo que a mi. No iba a ponerle en un compromiso.

Regresó en un periquete, justo cuando ya había dado por buena una de la multiples bolas y se preparaba para derribar los doce bolos. Saberme observada por él me producía un agradable hormigueo, como si pudiera tocarme con la mirada con la suavidad de una caricia. Asi pues me giré para mirarle antes de lanzar y un sonrisa se formó lentamente en mis labios, dando a entender que no había pasado por alto la forma en que me miraba.

-Si me miras de esa manera me siento como si me desnudaras...Y me desconcentras- comenté sin cortarme un solo pelo.

Entonces solté la bola. El ruido sordo de esta al rodar por el entarimado se me hizo eterno. Entonces colisión con lo bolos en un angulo bastante bueno, uno amenazó con mantenerse en pie peor al final cayó con el resto. Di un saltito y exclamé una palabra en ruso como grito de victoria. Me di la vuelta y le sonreí, radiante, me acomodé a su lado con gesto ufano y e di un empujoncito con el hombro, atrapando sus iris con los mios.

-Tú turno, ahora me toca a mi mirarte de forma intensa- entrecerré los ojos ligeramente en un gesto pícaro- Venga, impresioname- dije con tono entusiasta- si resultas ser contrincante digno...nos apostaremos algo- lo último lo dije con tono suave, cerca de su oido.

La verdad es que me resultaba un chico fascinante, y jugar como lo hacía se convertía en una actividad de lo más excitante cuando estaba con el. No recordaba la última vez que un juego así me había atraído tanto, estaba claro que tenía algo especial.

Traje el helado del sabor que me había pedido. Adoraba el dulce de leche y el chocolate, por lo que traje lo mismo para ambos y lo dejé sobre la mesa en frente de la pista. Ella ya estaba preparada para lanzar y me miró de soslayo cuando me senté y la observaba de arriba a abajo sin que se me cayera un pelo. La escuché hacer su comentario y le guiñé un ojo. "No te preocupes preciosa, lo estas haciendo bastante bien... hacé como que no estoy..." aseguré socarronamente mientras abrazaba el respaldo del sillón y levantaba una ceja para observarla jugar. En mi fuero interno deseaba profundamente desnudarla, me reí de tal idea y volví mi atención al helado y a los bolos.

Ella hizo un perfecto movimiento de lanzada, casi profesional y la bola dió en centro de los bolos, dejando a uno tambaleante pero que al final calló con el resto de forma estrepitosa. Ella saltó festejando y dijo algo en un idioma que no entendí, parecía ruso, pero yo estaba boquiabierto ante su habilidad. Se sentó a mi lado y me empujó, instándome a que la superara y se rió diciéndome que ahora le tocaba a ella mirar. Incluso me apostaba algo!. La miré directamente a los ojos con gesto socarrón y comí un poco mas de helado. "Okay! apostamos lo siguiente, el perdedor hace lo que el ganador quiera durante un día... te parece?" pregunté en un tono de voz medio pero divertido. Si apostabamos, apostaríamos a lo grande. Una vez que los términos estubieron claros le sonreí y le besé la mejilla antes de pararme y disponerme a jugar.


Al final de la partida la había pasado genial, bromeando con Skadi, comiendo helado y jugando mientras nos contavamos anécdotas de la vida y de nuestros conocidos. Lo único que me salió mal fue que en los últimos puntos chanflee el puntaje y perdí ante ella por muy poco. Con las manos en la cabeza en gesto de desesperación resignada miré a mi acompañante con un rictus divertido pero mezclado con derrota. "Parece que el segundón de la noche soy yo... que mas da, una apuesta es una apuesta..." aseguré mientras me erguía y la miraba a los ojos todavía divertido. Era tarde, así que cabía hacer la pregunta "No dijimos cuando se ponía en vigencia la apuesta, pero si quieres te alcanzo a tu casa mientras lo pensamos" sugerí al tiempo que le alcanzaba su chaqueta y la ayudaba a ponérsela, para luego dirigirnos al auto.

El miembro 'Gabranth' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

'Moneda' : 2

"Pero es mucho mejor pensar que estás", le miraba como si fuera incapaz de mirar a cualquier otra persona o cosa. Solo despegaba los ojos de él cuando tenía que jugar, estar atenta al helado para que no se me derritiera encima, no podía perder la concentración alegremente después de apostarnos lo que nos habíamos apostado. Me mordí el labio inferior antes de soltar mi última bola y le miré por el rabillo del ojo. Si no tiraba todos los bolos en aquella ocasión, ganaría él, y es que había demostrado una gran habilidad durante todo el juego, y me había puesto en un apuro, aunque intentaba aparentar total calma y control...y era realmente difícil cuando tenía sus manos imaginarias pegadas a mis curvas...Ese hombre ocupaba muchas neuronas en mi cabeza. ¿Quien le mandaría ser tan...? uuffff.

Debo admitir que sentía cierta curiosidad por saber que sucedería si perdía yo, por algún motivo me parecía una idea excitante. No temía ponerme en sus manos...se me antojaba una idea muy tentadora. Pero tenía que ganar.

Hice un pleno, y de nuevo otra palabra en ruso y aún más entusiasmo por mi parte. Una sonrisa de triunfo me tocó los labios. Le miré de arriba a abajo, arrastrando mis pupilas por su cuerpo hasta toparme con su mirada y mi sonrisa se amplió. Le miré, ufana y elevé la barbilla con gesto orgulloso fingido. Me hizo gracia su gesto de derrota y por un momento se esfumaron todos mis planes malvados para el...pero solo por un momento. Le lancé una mirada enigmática, intensa y con chispa.

-No te preocupes ,encanto. Te aseguro que no seré una tirana...Estas en buenas manos.-le dije haciéndole una suave caricia con el dorso de la mano en el rostro.

Volvimos al coche y le indiqué el camino a mi casa. Mientras, maquinaba que hacer, cuando empezar a cobrarme mi premio. Cuando nos detuvimos, frente a uno de esos bloques de pisos de diseño. Le miré, le sonreí de forma insinuante, me senté en el borde del asiento y le puse una mano en el rostro que deslicé hasta la barbilla para atraerlo hacia mi, y le besé. Primero de forma suave, lamiendole los labios de forma lenta, y al final profundice, busqué su lengua y exploré su boca. Pasado un ato separé mis labios de los suyos, sin alejarlos demasiado y esbocé una pequeña sonrisa.

-Pon el cronómetro, voy a cobrarme mi premio.-comenté en un susurro incitante.

Salí del coche esperando que me siguiera. Podía haber esperado un día, o dos, pero no quería, no quería resistir el deseo que me provocaba. Subimos hasta mi casa. Nox salió disparado para recibirnos, olisqueo a mi acompañante, moviendo el rabo frenético y muy contento por recibir un invitado con nuevos olores.

-¿Quieres algo de beber?- pregunté con una sonrisa-Él es Nox, y yo diría que le caes bien.- Dejé la chaqueta en el armario de la entrada y cogí también la de él- Ponte cómodo-dije señalando el sofá.

Al poco rato regresé con una botella, un par de copas y un bote de sirope de chocolate y nubes de azúcar. Me había cambiado de ropa en un momento, llevaba un vestido cómodo de estar por casa. Era de cachemira, color rojo, el tejido abrazaba mis curvas con suavidad pero sin destacarlas en exceso, me tapaba el culo quedaba unos centímetros por encima de la mitad del muslo y manga larga. Además de un escote...destacable. Me senté a su lado y me mordí el labio. Acerqué un poco más su rostro al mio y esbocé una sutil sonrisa.

-Tengo curiosidad por saber que crees que es lo que voy a hacer contigo...- recorrí el contorno de sus labios con un dedo y le miré intensamente.

Di un mordisco a una nube manchada de chocolate y le acerque el otro trozo a los labios. Una lenta sonrisa se formó en mi rostro.

Ella aseguraba que no sería nada grave mi castigo por haber perdido, pero yo tenía mis socarronas dudas. Con gesto divertido y los ojos entrecerrados, la seguí hasta el auto y la llevé hasta su departamento. Cuando llegamos a la puerta de los pisos, ella me sonrió y se me acercó a besarme. Suavemente primero y luego profundamente y mas largamente. Le respondí bastante sorprendido, entrelazando la lengua con la de ella y disfrutando el momento. Hoy a la mañana no hubiera pensado que ésto sería posible. Cuando nos separamos, respiraba pesadamente y ella se alejó levemente de mí, todavía rozando mis labios. Dijo que se cobraría su premio ahora mismo. No tenía idea a qué se refería, pero sonaba excelente.

Subimos hasta su departamento y pudde observar que era bastante lujoso. Vi a su perro Nox acercarse a mí y hacerme fiestas. Me agaché para acariciarlo y hacerle mimos mientras sonreía. "Adoro a los perros! es genial este loco!" aseguré mientras jugaba con él. Ella me indicó el sillón para que me sentara y luego me ofreció algo para tomar, a lo cual accedí de buena gana. Me senté y la esperé mientras miraba el bueno gusto del piso. Skadi volvió con dos copas, una botella y un bote con chocolate y espuma de azucar. Ahora bestía con un bestido que le quedaba espectacular... aunque me puse a pensar si había algo que le quedara mal a la mujer.

Sonreí cuando se me acercó a los labios y me los acarició. Le Comecé a pasarle una de mis manos por la espalda y le acaricié el cuello y la nuca levemente mientras le sonreía. "No quiero especular preciosa... no creo que me convenga" dije al momento que ella me presentaba un poco de azugar en sus labios de forma sugerente. Hice una media sonrisa y enterré mi lengua en el postre, llegando hasta los labios de ella y fundiéndonos en un dulce beso... literalmente. Le tomé la cintura con uno de mis brazo acariciandole sensualmente mientras exploraba su boca con nuestras lenguas repletas de postre.

Cuando me separé le sonreí y me limpié la boca con una servilleta para luego servir las copas y brindar de nuevo sin sacarle los ojos de encima. "Precioso departamento!... supongo que en tu trabajo es benefisioso como para mantener éste piso!" supuse recordando mi modesto hogar.

Una sonrisa sugerente y divertida fue formándose lentamente en mis labios cuando nos separamos. Se me había erizado el bello ante su contacto. O no sabía que decir, o realmente era lo suficientemente listo para no responder a mi pregunta a sabiendas de que iba a salir escaldado. Me mordí ligeramente un costado del labio inferior, ante provocaciones como aquella solían caer la mayoría, pero parecía que él iba a costarme un poco más de imaginación y estrategia. Me decidí por otra táctica más "inocente". Brindé con él, sin apartar mis ojos de los suyos, donde se podía atisbar un brillo sugerente y sensual, como una fiera que acecha en la oscuridad.

-Mucho. Sobretodo las dietas que te dan por cada viaje realizado. Y eso...-deje la copa sobre la mesa. Apartando la mirada con una sutil caída de ojos.

Cogí una nube de azúcar con exceso de sirope y me la metí en la boca con mis ojos clavados en los suyos de nuevo, como imanes de polos idénticos. Mordí el dulce de forma lenta y en bocados pequeños. El último trozo lo empuje con suavidad entre mis labios, abiertos lo justo, de forma que se me mancharon los labios de sirope. Me pasé la lengua por los labios, despacio y sin dejar de mirarle intensamente.

-Y tu ¿a que te dedicas?¿Estudias?.

Otra nube se deslizo entre mis labios, esta vez entera. La siguió otra, con exceso de chocolate. Se me mancharon de nuevo los labios, así pues volví a repetir el proceso de la lamerme los labios, pero en aquella ocasión me recree más, pasándomela despacio y de forma sutil, como si fuera un gesto casual y de la más natural. Entonces me miré los dedos y descubrí que tres de ellos estaban manchados. Me los metí uno a uno en la boca con parsimonia, hasta acabar con el pulgar. Sonreí de forma sugerente. Me acerqué un poco más a él, hasta que nuestros cuerpos prácticamente se rozaban. Había comenzado la guerra de desgaste.

Le di un suave golpecito con el pie desnudo en la pierna, como una caricia y esbocé una sonrisa alegre y provocativa. No me iba a andar con muchos rodeos, pasaría a la siguiente fase en breves.

-¿Cuanto tiempo crees que aguantaras?- comenté en un susurro incitante cuando terminó de hablar.

Me eché un poco hacia delante , hacia el, y se me descubrió al deslizarse un poco el vestido. Entrecerré los ojos con gesto desafiante.

Definitivamente estaba en una situación de desventaja. Ésto había pasado a mayores desde el momento en el que había entrado en sus dominios... o sea su departamento. Me sentía un poco acobardado... pero el sentimiento que prevalecía en mi cara era el de curiosidad y de picardía. Me sentía a gusto aún cuando estaba en desventaja clara. Todas las maniobras de seducción que estaba realizando eran demasiado claras, aunque no había visto todas a lo largo de mi vida, pero aún así eran clarísimas... y debía admitir que me estaban afectando.

Toda ella, desde sus gestos mas casuales hasta usar un postre como herramienta para seducirme desprendía sensualidad.Me intenté concentrar en su pregunta y armar una respuesta coherente ante tanta exibición de... no sabía como decirle. Se lamía los labios de forma casual y aún así parecía ser de forma seductiva, se limpiaba los dedos con la boca y seguía siendo sensual. Aclaré mi garganta y me dispuse a contestar con una sonrisa.

"Estudio si, Ingeniería electrónica, y trabajo como pasante en la Universidad..." dije acortándo al máximo la frase para que no se me cortara la voz. Justo en ése momento me acarició con su pie en mi rodilla y se me acercó excesivamente, hasta que sentí su calor corporal con el mío. Me preguntó cuanto aguantaría... pensé que no mucho debido a su personalidad avasalladora que me estaba volviendo loco, pero por suerte tenía cierto autocontrol todavía. Me daba cuenta del juego porque no era ningún novato en él, por lo que acerqué mi rostro al de ella y le suspiré a centímetro de su cara mientras mi mano le acariciaba el muslo a medio descubrir con la punta de los dedos...

"Supongo que no mucho... pero los minutos que aguante valdrán la pena no crees?" aseguré con un guiño seductor. No todos los días de tu vida se te presentaba una oportunidad así.... y ni idea tenía que en el futuro muy cercano no volvería a tener una oportunidad así ni en sueños.

Apunte su respuesta en mi mente para más adelante, pues en aquel momento no era capaz de almacenar mucha información de ese estilo en aquel momento. Mi sentidos estaban trabajando en la seducción, quería subyugarle, quería verle sucumbir y perseguir mi rostro buscando, y sus manos buscando mi cuerpo. Quería serlo, pero al mismo tiempo, el hecho de que resistiese tanto mis acertamientos resultaba un reto aún más excitante. Además, tenía algo que lo hacía diferente a mis ojos, no era físico, era un algo intangible, tan tenue y sutil como un aroma, pero no era eso. Parecía una especie de fuerza de atracción sutil que funcionase hasta con la simple mirada. Sin embargo, a pesar de que el juego era un arma de doble filo, no se iba a dejar seducir por él tan fácilmente, por muy irresistible que resultase, el caería.

La cercanía de mi piel recibiendo la cálida brisa de su respiración me hizo entreabrir ligeramente los labios, como si fuera a beber algo delicioso directamente de su boca. Me lamí de forma sutil los labios, y sus dedos en mi muslo desnudo de erizo el bello. Me pegue a su costado con un contoneo seductor, y le lancé una mirada penetrante, pasional, sin mojigaterias. Una clara declaración de intenciones. Roce con suavidad nuestros respectivos labios, tomando su rostro entre mis manos . No le besé, le lamí los labios siguiendo su contorno.

Estaba tan pegada a el que el calor que me regalaba su cuerpo me invitaba a terminar de desnudarme con urgencia y buscar un contacto directo con su piel. Estaba tan pegada a él que prácticamente estaba encima, así que no me lo pensé, le quite la copa d la mano, vaciandola de un trago, la deje sobre la mesa sin quitarle ojo de encima con un gesto salvaje y provocador y pasé una pierna sobre el, acomodando mi posición. Una vez frente a frente, apoyé mi peso en el dándole un empujoncito para que pusiera la espalda sobre el respaldo. Deslicé las manos por sus brazos hasta cogerle de las muñecas y las puse directamente sobre mis muslos desnudos, muy muy cerca de mi trasero. Tomé su rostros con suavidad entre mis manos y le bese, primero de forma sutil suave, apenas un dulce roce, que poco a poco se fue volviendo más intenso. Exploré su boca con la lengua y le avasalle, buscando recuperar la ventaja que amenazaba con quitarme... Aunque teniendo en cuenta que tenía que obedecerme, podría ordenale sumisión. Pero no lo hice, precisamente lo excitante era su resistencia y su tendencia a seguirme el juego. Me seducía y me atraía con un magnetismo inusitado.

-Ya esta valiendo la pena...encanto- Suspire sobre sus húmedos labios y esbocé una sugerente sonrisa.- Vamos a ver que sabes hacer ¿mm?- le sonreí con picardía y le guiñe un ojo pegando mi frente a la suya.