Danielle Middflord. {Ficha}

Danielle es una chica con un carácter "especial". A menudo suele ser muy ambigua en su manera de expresarse, lo que causa confusión en los demás. Usualmente es bastante impredecible, pues depende de su temperamento el cómo irá a reaccionar. Sin embargo, con frecuencia suele mostrarse hostil e indiferente con la mayoría de las personas (y, sobre todo, cuando la molestan por ser una "chica de clase alta"). Es cortés en este sentido, puesto que de buenas a primeras deja en claro lo que ella piensa sobre ese tema.
Por otro lado, Danielle también es una chica frágil. Suele sentirse herida y triste cuando le señalan qué tan fácil han sido las cosas para ellas, y cuando la molestan y agreden verbalmente. Por lo mismo, prefiere mantenerse al margen y mostrarse como una chica fría.
Caso contrario ocurre cuando una persona se vuelve importante para ella. Puede llegar a darlo todo; incluso probar cosas que nunca antes había hecho. Las personas que quiere sacan ese lado tierno de ella, y puede sacar mucho coraje para hacer todo por ellas, aun sabiendo que están por un camino equivocado.

Danielle mide 1.65 cm. y pesa 44 kg. Para su estatura es bastante delgada, aunque cuenta con buenas medidas (busto, cintura, caderas). Su cabellera es de un color rubio ceniza, y le llega hasta un poco más abajo de su cintura. Sus ojos son de color miel y afilados, aunque no dejan de ser grandes. Sus labios son, por naturaleza, de un tinte rosado-rojo. Su piel es muy blanca, por lo d que debe cuidarse continuamente.

"Middflord". Aquel apellido era conocido en todo el mundo en el ámbito artístico. La familia de Danielle, tanto sus antepasados como sus parientes actuales, gozaban de una habilidad infinita en todo lo relacionado a lo artístico: Dibujo, pintura, fotografía, modelaje, entre otras cosas. Si había una persona involucrada en ese pequeño "mundo", tenía que saber por obligación qué tanto habían sido capaces los Middflord's para alcanzar la cima.
Danielle también heredó el talento de su familia. A sus diecisiete años, era una fotógrafa espectacular. Su especialidad era el paisaje, aunque también solía ser solicitada para fotografiar modelos. Y es que Danielle, en continuo contacto con los jóvenes "modernos", sabía qué tendencias marcaban e impresionaban al público. Lo que nadie sabía, es que detrás de aquella fotógrafa con talento y un muy buen apellido, se escondía una gamer con también bastante habilidad.

Sábado. Reunión familiar a las diez de la noche. Danielle odiaba ese tipo de reuniones. El día Sábado era el único día en el cual podía jugar hasta el amanecer, y eso se arruinaba con el hecho de que toda su familia estaría en su mansión. Lo único bueno de todo, es que su prima iría. No era que se llevaran tan bien, pero tenían casi la misma edad y podían conversar de cosas "de chicas de su edad". Además, a pesar de que no fueran tan cercanas, la había extrañado mucho. Su prima era modelo, por lo que solía ir a sesiones a otros lugares del mundo mientras que Danielle se dedicaba a la fotografía de paisajes en su propio país.
Todo iba siendo normal: Sus tíos hablaban de arte como si fuese una expresión humana empresarial, mientras que sus otros primos reclamaban que era una salvación para el ser humano. Danielle, aburrida, se levantó de la mesa. No se había dado cuenta de que su prima se había retirado anteriormente --quizás porque ayudó a la ama de llaves. Caminó por el largo y ancho pasillo, dando con la habitación de invitados. Su sorpresa fue grande cuando vio que su prima estaba jugando un eroge.

Al tiempo después, Danielle y su prima se hicieron muy amigas--casi hermanas. Desde aquel incidente, su unión se hizo inminente. Por un lado, la prima de Danielle confesó muy triste que era una jugadora desde hace mucho tiempo. Por otro lado, Danielle también confesó lo mismo. Ambas se sintieron aliviadas de poder conversar de estos temas, puesto que en su familia estaba estrictamente prohibido el ser un "otaku gamer". La reputación era bastante importante para los Middflord, y no dejarían que su imagen estuviera en el piso porque alguno de sus integrantes reconociera que era otaku.
Un día, se anunció por internet la venta exclusiva del juego más esperado por todo el mundo gamer. La venta sería al día siguiente, y habría un límite de copias para vender. La sola idea desanimó a Danielle, pero no se detuvo a la compra. Además, pensó que lo mejor sería comprar una copia para su prima (que estaba próximamente de cumpleaños); pues esos días no se encontraba ni cerca de su laptop para encargar el juego con anticipación. Con la ayuda de su ama de llaves, logró salir temprano de su mansión para ir en busca del famoso juego. Sabía que le costaría bastante caro, pero los ahorros de su trabajo eran suficientes para comprar ambas copias.
Y, cuando tuvo todo entre sus manos, fue plenamente feliz--como siempre lo era cuando podía comprar algún juego. Se contactó con su prima de inmediato, quien iría a visitarla dentro de tres días. Cuando llegó aquel esperado día, ambas primas eran más que felices. Danielle no recuerda cuántas veces una de sus empleadas le pidió por favor que mantuvieran silencio, pues sus risas y griteríos se escuchaban por todo el segundo piso. Luego de calmarse y probar el juego, ambas chicas se quedaron en absoluto silencio. Lo que no sabían, es que estarían así por un largo tiempo...
El pánico se apoderó de ambas chicas cuando supieron la difícil tarea a la que debían enfrentarse. Danielle daba apoyo a su prima, siendo que se encontraba en la misma situación estresante. No había probado el juego antes, y sabía de otros jugadores que SAO era bastante complicado. Pero peor aún: Al momento de entregarles aquel "espejo", ambas chicas fueron descubiertas. Danielle no sabía qué era peor: Ser reconocida en un videojuego, o luchar por sobrevivir y volver a la vida real.
Ese día lloró como nunca lo hizo antes. Quizás si nunca hubiera soñado con escapar de su vida, no hubiera tenido la culpa de meter a su prima a ese lugar. Porque eso era lo que más odiaba en ese momento: Se odiaba a sí misma, por arrastrar a su prima a tal peligroso juego. Y, por otro lado, odiaba SAO.