La Cacería del Chef! GRUPO 5

Ya antes, Ezio, apenas había entrado al juego, pasar por el gran pueblo inicial Torubana con su compañera de party Meishi que, casualmente, no estaba pegada a él como básicamente todos los días, utilizando al joven de banda naranja como si de un escudo humano se tratase al ser tan pequeña y frágil como una niña muy menor -Qué perezosa que es...- comentó casi por lo bajo mientras caminaba con...un porte diferente al usual; En su camino, se había encontrado con una simpática señora -Mijo, ¿Tienes hambre?- le preguntó, una viejita no demasiado marcada por los rasgos de la antiguedad pero que si conservaba una actitud bastante señil, le había sorprendido que un NPC le parase así, de la nada, le hacía recordar a aquel juego "Skyrim" en donde, de vez en cuando, los personajes controlados por la máquina te detenían para pedirte/darte algo -¿Eh?- preguntó volteando para mirarla, atento, para...¡GRGURUG!, instantáneamente -...Parece que si.- comentar avergonzado y liberando una ligera risita al sentirse el fuerte tronar de su estómago, ya habían pasado varias horas de su última comida virtual y algo que sea capaz de saciar el hambre sería indispensable y tal vez útil. Sus palabras estaban envueltas en el brillo vergonzoso de su sonrisa, al igual que su mano que rascaba su nuca y sus ojos cerrados -Te daré algo, tómalo.- comentó la señora, para que:



Y instantáneamente debajo de aquel cartelito que apareció frente al joven de banda naranja, debajo de él, dos botones rojo y azul que indicaban las opciones de aceptar y cancelar habían aparecido -El mismo cartel que con esa Luscinda.- comentó mientras elevaba la mano izquierda para elegir su opción deseada, tocando el botón azul con el dedo para que



-¡Listo!- comentó Ezio para que, bajando la mano de arriba hacia abajo, buscase la opción de su inventario para poder observar -Vamos a ver...- lo que ahora había aparecido -"Bola Gris", ¿Qué es ésto, señor- le preguntó desviando la vista hacia la misma, que...-...- claramente, el joven de banda naranja se encontraba hablando con la absoluta nada, puesto que ella había desaparecido por completo, casi como si nunca hubiera existido -...Bueno, tengo hambre y abajo de la pelota ésta figura "consumible",- comentó para que, elevando la mano, seleccionase aquella esfera que se materializó en su mano izquierda con el tamaño de una pelota de tennis, gris como el cemento aunque blanda como un pan -¡Directo al gañote!- Comentó con su típico y jovial entusiasmo, al igual que su sorprendente alegría, masticando sin cesar aquella blanda pelotita.

-...Y ahora si que me siento fatal...- comentaba al sentir su cuerpo pesado, desganado, como si llevara una mochila muy pesada en su espalda o el calor azotase lo suficiente como para dejarlo sofocado, podía notarse la ligera palidez de su rostro y las pequeñas ojeras que ahora se marcaban, claros indicios de fatiga -...Maldita señora rara...- dijo mientras caminaba con tranquilidad aunque trastabillando un poco y ligeramente encorvado con expresión de pocos amigos y la vista hacia adelante, notándose su cuerpo con un claro desgano, estando casi en el centro del gran pueblo Torubana.

Caminando vagamente después de haber sucedido aquel incidente de la plaza, recorrí varias tiendas pero nunca comprando nada hasta chocar con una señora de avanzada edad que rápidamente se dio vuelta - ¿Niño tienes hambre? - me pregunto aquella señora - Si, un poco - respondí dándome cuenta de que seguro algo caería en mis manos sin paga alguna.

Luego de aceptar su Item, al cual no le preste mucha atención, seguí caminando por la ciudad, es mas, fui hasta Torubana. Una vez allí, pare en un banquito al lado de la calle y comí aquel extraño consumible que me había entregado la vieja, gris, redondo, de textura suave al tacto pero gomoso cuando se masticaba, no producía ninguna sensación ni saciedad ni placer al comerlo estaba desilusionado.

Comencé a sentirme cansado y lo primero que cruzo mi cabeza fue el hecho de no poder desconectarse, tenia que hacer algo para no caer bajo los efectos de la fatiga que me azotaba. De esta manera casi sin ganas camine por la ciudad en busca de alguien a quien poder recurrir en este caso.